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sábado, octubre 13, 2007

El Ché está chic




"Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro."
Ernesto Guevara


Conciertos, bandas de rock, camisetas, gorras, botones, afiches y todo lo que el mercado venda con la imagen de Ernesto El “Ché Guevara” –líder de la revolución cubana- se vende.

Así, ese niño asmático que tuvo que irse a vivir al campo para sobrellevar la enfermedad, y que con dificultades para respirar en la época de su juventud decidió viajar por América Latina en una motocicleta llevando su ideal de socialismo se convierte en una de los más poderosas íconos del capitalismo al que combatió hasta con su vida.

El Ché, como fue apodado en Cuba por ser Argentino, renunció a ser director del Banco Central en Cuba por irse para Angola a luchar por lo que aseguraba debía ser el nuevo socialismo y con el mismo fin renunció al Ministerio de Economía en Cuba para ir a Bolivia donde muere como “mártir” y se convierte en ejemplo para quienes ideaban una revolución en Latinoamérica, con él crecieron las generaciones de los setentas y mediados de los ochentas.

Francis Fukuyama en su libro “El fin de la historia” predice que con la caída de la URSS se acaban los ideales y que de ahí, 1991, en adelante la historia se convierte en capitalista, así todas aquellas representaciones que eran ideas se convirtieron en comercio, entre ellas la del “Ché” Guevara que dejó de ser el “guerillero heróico” para convertirse en una marca registrada, que donde sea puesta vende.

Hoy 40 años después de su muerte, ocurrida por defender la causa en que confió, es un artículo más de consumo, que llevan en sus camisetas, llaveros, gorras y discos las generaciones que no lo conocieron, que no alcanzaron a saber quien era El Ché y que quería.

Ahora como recuerdo de lo que fue en Argentina, miles de personas visitan la casa –museo- donde vivió su niñez Ernestito, convertido ya en un santo laico Argentino, presente siempre en las luchas estudiantiles y sindicales en América Latina.

El verdadero problema que plantea hoy la historia es si realmente hubiera querido Guevara verse convertido en un ícono comercial-capitalista en el siglo XXI.



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El Clarín. Presentación multimedial: El Che, 40 años después.

miércoles, septiembre 05, 2007

REPERTORIO DE OLVIDOS.

MEMORIA II
A la memoria de Jhon Jairo Flórez,
Para que permanezca enterrado en el exilio del olvido…


Como dijo alguna vez Manuel Mejía Vallejo, en una edición ya gastada de no recuerdo que libro, “uno se muere cuando lo olvidan” y que ahora después de tres años usted se acuerde de mi, es una proeza.

Casi mil cien días de olvidos, de recuerdos, de campañas políticas, de poesía frustrada, de negociación al conflicto, de secuestros masivos, de tsunamis y terremotos, de amores de verano, de compromisos, de besos robados y negados, de rencores y rencillas, de reconciliaciones… y el mundo siguió girando como Galileo lo pronosticó por mucho tiempo… hasta que al fin, señor, se acuerda de mi…

Tres años después poco recordaba ya su mirada cuando una tarde de sábado recibí una de esas llamadas cartas electrónicas en mi bandeja de entrada, con un nombre tan familiar y tan lejano… no niego que el corazón intentó paralizarse, los sentidos se alteraron y de lejos reconocí aquel tono directo con el que siempre me trataba.

Un “DIOS TE BENDIGA”, en mayúscula sostenida, anunciaba la certeza de un olvido imposible, un deseo que hubiera valido un poco más tres años atrás cuando por poco me moría, cuando aún creía en la posibilidad de que ese ser por lo menos existiera…

Ahora ya era tarde para deseos infructuosos que lo único que provocaban era lástima… mmm, pretender creer que ese Dios que se ensañó conmigo después de tantos noches de desvelo se preocupara por perdonarme y bendecirme…

De mi no quedaba más que la expresión aturdida en la mirada, unas cuantas carcajadas y el tono simple para decir siempre la verdad… De eso de lo que usted, señor, se “enamoró” no queda más que el recuerdo casi siempre enterrado de la sonrisa, de las manías, de la inocencia que me quitó y que la vida nunca más supo devolverme.

Ya después del tiempo, cuando creía que había madurado y que el pasado era solo asunto del pasado, cuando tenía garantizado que la vida no me pasaría la cuenta de cobro tan temprano, se aparece de la nada cuando ya era materia olvidada…

Había intentado mil veces no parecerme a la niña descuidada que no encontraba mas refugio que a través de su mirada, dejar de andar por ahí repartiendo mi inocencia mientras otros disfrutaban la experiencia, dejar de esperar a la salida del colegio para que usted, señor, le cantara al oído sus mentiras… ¿para qué?... si usted, señor, aparece sin permiso ni vergüenza…

Y no niego fui feliz mientras su ausencia, su abandono… conocí otros corazones, unos claros, otros turbios, me encontré con otros ojos, otros labios, otras bocas, otros cuerpos… bebí de otras copas, de otras mieles… soñé con otros amaneceres… conocí hombres y mujeres que llenaron de amor cada día… me entregué a otros deseos y placeres… amé, no se lo niego, señor, ame de verdad, con sinceridad, a veces de manera pasional, racional, egoísta, mentirosa, sincera, despistada, mañosa, inocente, irrespetuosa, de las mil formas que quiera describirlas y en ningunos otros ojos me imaginé los suyos…

Ahora después de tanto tiempo me alegra saber que respira, que su corazón late y que se mueve, que cada día se despierta, que trabaja, que recibe sus correos, que no esta ausente de la vida, que sus besos fueron comprados en la feria mas barata del destino y que su vida es menos sencilla que cuando la felicidad atropellaba a la mía…

Señor, no le niego que su recuerdo habita en la trastienda del olvido, que era mucho mas fácil para mi olvidar con otros besos, y que ya lo había logrado, que nunca se pasaba por mi mente, que había hecho del tiempo y el olvido mis mejores aliados. Que hoy prefiero mil veces perderme en una mirada inocente, menos agrietada que la suya, en unos ojos perfectos y en una tierna sonrisa, así mi boca nunca pruebe esos labios, que besar los suyos otro millón de veces…

Algún día despistadamente le dije que el destino se basa en las elecciones, usted hizo las suyas… y yo hice las mías… y ellas nos distanciaron, lo mejor que conocí separó nuestros destinos que nunca mas se volverán a reunir, porque el olvido como el amor llega sin pensarlo y sin quererlo…

Casi me muero, lo juro, cuando te vi darme la espalda para besar otros labios, y me quedé tan sola, sin saber que hacer con el cementerio de sueños que dejabas en mi activo de vida…

Y si, ya no recuerdo, señor, lo felices que fuimos, para no tener que recordar que esos besos fueron empañados con lágrimas tantas veces… Y si, le deseo la suerte que en realidad no se merece, y que tal vez sigue buscando en esos besos baratos en los que le advertí hace tres años que no la iba a encontrar… y si, señor, le deseo el olvido del que a veces carecemos, para que su alma, y tal vez la mía, puedan descansar en paz algún día…

miércoles, junio 20, 2007

MI MADRE TENIA RAZÓN

MEMORIA 1

Siempre supe que amar era difícil, y aunque no lo creas, o no lo entiendas, o mejor no lo quieras entender, contigo lo comprobé. Desde que era pequeña mi mamá me dijo que amar era doloroso, que se sufría mucho más de lo que se disfrutaba. Y yo ingenua no le creí, porque veía en las novelas ese amor tan grande que los libretistas ponían en el rostro de los actores, y me creía el cuento, me creía también los cuentos de hadas donde al fin el príncipe azul se enamoraba de la princesa y ese “fueron felices para siempre” retumbaba en mi cabeza como un sueño permanente de yo también lograrlo.

Y para ser sincera haberte conocido me acercó tanto a ese sueño que después de los años volví a sentirme niña de nuevo, en medio de tus deseos de convertirme en mujer.

A veces me pregunto si esto fue amor, o si lo sigue siendo, si cuando besas otros labios piensas en los míos, o esos otros te hicieron olvidarlos, por lo menos yo no lo he hecho y no por falta de oportunidad, o porque la vida me tenga para vestir santos, sabes perfectamente que de monja no tengo un pelo, sino porque el recuerdo se aviva cada día y cada noche, no con la esperanza tonta de volverme a cruzar con tu mirada y enamorarte de nuevo, como aquella noche sentados en la banca que nos vio abrazarnos por primera vez. No, opté por el realismo y se que finalmente la fatalidad llegará como siempre y me reiré de lo que hoy te escribo y de lo que hoy siento y hasta de lo que hoy gracias a ti soy.

Me queda la duda si fue amor, placer, deseo o la unión de todos los que te trajeron a mi. Pero bueno, eso ya que importa, aunque no se si importó alguna vez.

En fin, siempre supe que el amor dolía y contigo lo conocí de nuevo, pero lo entendí solo cuando dolió, cuando no había nada más que hacer y un irremediable adiós salió de tus labios, o de los míos, ya ni recuerdo.

Y traté de calmarlo con indiferencia y soledad pero no surtió efecto, así que probé con placer y mucho menos, más se me lleno el corazón de desespero, y entonces nada, te saque de mi tiempo, mas no de mi mente y me entretuve en el ir y venir, en la risa y la alegría, en la compañía y en otras cosas, y cuando lo estaba logrando apareces de nuevo, o no se si te hice aparecer.

Y de nuevo duele, así que el amor no se ha ido, si eso te alegra, aunque ya no te sirva de nada ese amor que me destroza el alma, que me vuelve añicos la vida. Y si, si lo que quieres es que lo reconozca te amo, para que negarlo, de que sirve negarlo ahora? Si mis ojos nunca mienten, y viste mi amor en ellos, o en las lágrimas que derramaron, porque hasta el orgullo ya lo perdí.

Ya lo dije y de qué sirve? Si tus ojos miran al futuro ardientemente y los míos se quedaron en el pasado oscuro que me brindaste, me llenaste la vida de veneno, de odio y de rabia, no contra ti como debería ser sino contra mi, contra la vida y contra la felicidad, y mientras te veo feliz siendo quien mientras estabas conmigo nunca fuiste, quien se le roba un beso hasta a la luna, quien en las noches se perfuma para salir de casería, para atrapar a su presa que cada noche es diferente.

Ahora eres eso que siempre odie y sin embargo amo, se te derraman los besos por la piel y yo me arrodillaría a recogerlos, pero prefieres tirarlos, para que no los alcance, y sigues con tu sonrisa barata irradiando amor y compañía, mientras yo, que fui tu única acompañante sincera a quien no le brindaste más que un contrato temporal de exclusividad que no logró renovarse como mis sueños querían, me quedo esperando que el olvido llegue para no entrar en tu juego de placer por placer, donde solo quieres encender mis sentidos y no mis sentimientos.

Y así se me pasa el tiempo pesando en esos besos que se derraman de tu boca, y que otras, un poco mas idiotas recogen humilladas, y así me despiertas cruelmente de los sueños donde estabas, y me obligas a entender que el amor duele, que cupido tiene flechas para herir y que aquellos finales felices no tienen cabida en la vida real, así que tengo que ponerle mas atención a mi mamá…

miércoles, marzo 14, 2007

Colombia es más que fútbol

En mi infancia nunca sentí un amor entrañable por el deporte, cosa que atribuyo a dos razones: desde muy pequeña sufro de Bronquitis Asmática y por lo general no puedo correr, ni trotar, ni saltar mucho, por lo que escogí la natación como deporte bandera; y por que en las tardes cuando me dedicaba a descansar de una agotadora semana académica, mi padre y mis tíos me despertaban con un aterrador grito de “¡Hijueputa gol!” o “!Gol hijueputa!” dependiendo de quien anotara.

Pero no niego también que fueron muchas las tardes en las que el fútbol alegraba mi vida, eran tardes en las que me sentía la mejor arquera del mundo cuando con los demás niños de la cuadra jugábamos un picadito hasta sudar lo suficiente o, en mi caso hasta toser a reventar. Recuerdo que curiosamente era una niña la estrella de la cancha, Lina, “la machorra” como le decían por ser tan tesa en un deporte de “machos”, se meliaba, ordeñaba y goleaba a todo cuanto niño se le atravesara en el camino.

Recuerdo también como grité el día que “mi Nacional del alma” como ha sido siempre gracias a mi padre, ganó la Copa Libertadores de América, los carros pitaban, las banderas ondeaban y aunque no entendía mucho gritaba porque la alegría del Nacional me alegraba, me enorgullecía de ver a mi padre, mis tíos, mis vecinos, a todo el mundo feliz…

Creo que de ahí nació mi amor por ese equipo, por el que he gritado, me he reído, he alegado y he llorado; por el que creo que el deporte es bello, bueno, que incentiva y que motiva.
Es por el único equipo por el que he ido al estadio a ver un partido, sentada en preferencia con mi padre viendo a todo el mundo sonreír, gritar, silbar, bailar, saltar, insultar, alegrarse y entristecerse; pero cuando el deporte era diversión.

Aunque por esa alegría y por esa emoción no entiendo cómo el deporte puede llegar a ser un acto violento, donde mi contrario es mi enemigo, me entristece eso, que la diversión se convierta en tristeza, amargura y sangre… en la cancha, en la tribuna o en la calle.

A TRAVÉS DE LA CENIZA

Existe una necesidad básica en los seres humanos por acercarse a lo desconocido y conocer el futuro. Una de nuestras periodistas se adentró en este mundo misterioso y se realizó una lectura del cigarrillo, enfrentando sus propios miedos y develando un futuro entre el dolor y el amor.


Todos alguna vez nos hemos preguntado por lo incierto, aquello que vendrá y no conocemos. El futuro siempre ha sido un enigma para muchos, por generaciones los humanos hemos buscado respuestas a las preguntas sobre qué pasará más adelante y algunas cosas han resultado aparentemente efectivas para lograrlas. El tabaco, el tarot, las líneas de la mano, las estrellas, los astros, los planetas, el chocolate…

Fue por eso que acudí a una esoterista de bajo perfil que vende productos de magia blanca —velones, esencias y otra cantidad de cosas para mantener la armonía entre alma y cuerpo— para que me leyera el cigarrillo. Muchas preguntas me embargaban, el amor, el trabajo, el estudio, la familia, las relaciones personales, la salud, la muerte… pero muy especialmente si sería verdad o no.

La tienda esotérica de Gloria huele a esencia de canela mezclada con jazmín. Es tenue, casi a media luz podría decirse. Es pequeña, sus paredes están cubiertas con vitrinas que, a su vez, contienen velas de distintos colores y fragancias, frascos de esencias, pirámides de parafina y piedras con las que se atraen las energías. En el fondo está su oficina, es una tabla improvisada que tapa la visión de quien esté en el almacén, un escritorio, dos sillas, un butaco, un teléfono y en cerámica tres oraciones: el “Padre Nuestro”, la “Bendición del hogar” y la “Bendición del negocio”. Ella es una mujer de piel morena, con rasgos aindiados y cabello corto, con un aire maternal pero con cierta picardía.

Me hace sentar frente a ella, al lado derecho de su escritorio, y me pide que encienda un cigarrillo Piel Roja sin filtro que sabe a mil demonios, no sin antes hacerle una oración en susurro que no logré escuchar.

Empecé a fumar como pude, mejor dicho, como fumamos los que no sabemos hacerlo, y ella seguía igual de concentrada. Me preguntó mi nombre, si tenía pareja, que hace cuánto. Me extendió la mano y me recibió el cigarrillo, lo miró con aprobación y dijo: “veo éxito, veo hombres, casados, solteros, separados que están detrás de usted” y siguió enumerando ciertas características: que gordos, que flacos, que monos, que negros; del trabajo o del estudio, éste que todavía no conoces, el que conocerás en un paseo o en la calle, que a éste te lo presentará una amiga, que la decisión va a ser difícil pero que el que me conviene ya lo conozco, que cuidado con un embarazo.

Y así, después pasó al estudio, que será un semestre productivo y que para el próximo año habrá un buen trabajo.

“Tendrás un luto muy difícil, muy doloroso, que te va a hacer llorar mucho, creo que es un amigo muy querido, eso tendrás que aprenderlo a asumir” y me miró con tristeza o con solidaridad, no sé.

Me dijo que no votara caspa siéndole fiel a alguien porque esas personas mal pagan, que disfrutara la vida y que le creyera porque eso era mi futuro: éxito pero también dolor. Que mi vida el próximo año no iba a ser fácil pero que tenía que enfrentarlo como viniera.

Después una mujer entró y fume un poco más. Me dijo que en este momento mi cabeza daba vueltas entre el amor pasado y el presente y que tenía que ponerme pilas porque eso afectaba mi vida…

Por último me dijo que mucho cuidado con un embarazo, que lo veía, sólo que no sabía que tan cercano, que me cuidara porque sabía que eso podría dañarme la vida, que disfrutara del amor en todo momento y que hiciera de mi juventud el mejor momento de mi vida. Que si de pronto quedaba en embarazo y decidía no tenerlo ella podía ayudarme con el “problemita” sin dolor ni mayores contratiempos.

“Es mejor que se cuide, mi niña, porque eso no es bueno para nadie, a otras personas les he ayudado con lo mismo, claro, si querés puedo hacerlo. Nunca me equivoco, pero hay cosas que se pueden evitar así que pilas pues, a cuidarse”.

Tomé un poco de aire para asimilar lo que me dijo y de paso para quitarme el fastidio que me produjo el cigarrillo. Pagué y me despedí. Ella me dijo que siempre a la orden y que volviera a contarle si tenia razón o no.

Esto pareció más un consejo de madre que una consulta con el futuro, algunas cosas ya las sabía pero no las tenía claras y otras eran normales que sucedieran, lo de los hombres, en cambio, me pareció un poco exagerado.

Salí de allí con la esperanza de que muchas cosas no pasaran, pero creyendo como siempre que el poder está en mi mente, que si no lo quiero no pasa, que hay cosas que se pueden evitar y que hay cosas que se pueden provocar.

No niego que un sin sabor me dejó algo preocupada, porque si ella no tuviera razón no tendría porque saber cosas de mi pasado y de mi presente. Pero el devenir puede ser sólo algo casual, una cuestión de azar, algo que sólo podré descubrir en el futuro.

El señor del teatro en La Ceja

En el municipio de La Ceja del Tambo, en Antioquia a una hora y media de Medellín, en el fervoroso pueblo devoto a la Virgen del Carmen nació Darío Soto Cortés hace muchos años como él mismo lo dice.

Él descubrió su vocación desde la escuela, cuando tenía más o menos 12 años y representó a Simón Bolívar, el Liberador, frente a un numeroso público y más que Darío, el niño sumiso pero payaso, se sintió el más honorable de los hombres que haya podido pisar tierra bolivariana.

Fue así como encontró en el teatro la calma para sus deseos, se encontró que “no servía sino pa´ eso, porque hay vidas miserables y uno quiere siempre mamarle gallo a la vida” dice entre risas.

Después de Bolívar empezó a hacer mímicas de Sandro el cantante de los años 60´s y lo hacia muy bien le aseguraban muchos de sus ya seguidores, luego vinieron los cuentos y chistes en público que lo dejaban bien parado ante su municipio.

Con 17 años cumplidos fundó el primer grupo de teatro en La Ceja llamado “Los comunes” donde era el director y el actor principal, después de éste fueron creados por idea suya el “Teatro siglo XX” y “TAFFI”.

Algunos años después tomó la que sería la decisión más difícil de su vida, convertirse en un mimo callejero y recorrer en esta condición todo el país: Bogotá, Calí, Pasto, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla fueron sus principales plazas; pero cuando llegó a esta última ciudad su vida cambió.

“Yo desde siempre sabía que llevaba un caribe dentro” -dice, y ahí lo comprobó, sobre todo cuando asistió al primer Carnaval, porque se encontró con un evento fálico, donde el desorden, el deseo sexual, la carnalidad y la seducción eran los principales ingredientes de aquella felicidad tan conocida a través de los medios pero tan desconocida a la vez, porque como continúa diciendo “ese carnaval no vasta con verlo, hay que vivirlo”.

Fueron veinte años los que Darío Soto vivió en la ciudad costera, años en los que a la par del teatro se dedicó a la academia, asistió a una serie de talleres de formación con maestros de talla nacional e internacional, cursó Dirección escénica con el maestro Luis Miguel Clement del Teatro Fronterizo de España, Iniciación a la pantomima, entre otros muchos cursos en los que tuvo oportunidad de participar; de ahí que haya sido profesor de teatro de la Universidad CUC y tallerista de la Universidad del Atlántico y que sea uno de los pocos antioqueños con tarjeta profesional de actor y director.

En Barranquilla logró lo máximo a nivel profesional: crear la agrupación “Teatro y Títeres La Carreta”, agrupación que llegó a pertenecer a la lista de los diez mejores grupos de teatro del país e inscribirla a la Asociación de Titiriteros de Colombia.

Veinte años después de conocer Barranquilla Darío Soto se devuelve a su tierra natal, La Ceja del Tambo, lugar que lo vió crecer y al que le agradece además de su infancia el ayudarle a descubrir su vocación.

Hace cinco años fundó “Teatro y Títeres La Carreta” en La Ceja y “Máscaras y Paradojas”, además impulsó el ánimo de los cejeños y su amor al teatro celebrando allí el “Día Internacional del Teatro” que el 27 de marzo pasado llegó a su sexta versión.

Alumnos suyos le agradecen el estar posicionados como los mejores actores en Medellín y Municipios aledaños y por brindarle a La Ceja una buena imagen en los festivales locales y regionales de esta índole.

Aunque el maestro Soto encuentra en el municipio de La Ceja del Tambo dificultades atroces en la inversión Cultural, falta de dinero para las obras, los vestuarios, los escenarios y los desplazamientos es uno de los problemas más grandes que se presentan en materia de teatro.

Es por eso que siente que devolverse a La Ceja fue un error porque “acabé con la historia de 20 años con la historia de uno de los grupos más prometedores del país” asegura con expresión de angustia y melancolía.

“Claro que me devolvería para Barranquilla pero sé que el movilizarme de un lugar a otro hace parte de la itinerancia del gran actor donde uno llega sabe que se tiene que ir, y donde uno llegue sabe que tiene que amar el arte y enseñarlo y vivirlo”.